martes, 14 de abril de 2009

LOS LINCES NO SON HIJOS DE DIOS

Ahora va resultar que los linces no son criaturas de Dios. Por la misma regla de tres, no lo son ni los pájaros, ni las plantas, ni los homosexuales, ni los divorciados, ni los ateos, ni nadie que no acate las normas de la iglesia católica, apostólica y romana.
Otra vez nos hacen dudar de lo que predican, porque según el antiguo testamento, Dios creó a la tierra, a los mares, a los animales, a las plantas, al hombre e incluso a la misma serpiente incitadora del pecado original.
Todos tenemos derecho, por supuesto, a la vida, todas las criaturas sin distinción ninguna, siempre y cuando esa vida sea digna y de calidad, de la calidad en la que creyó su hijo hecho hombre, su encarnación que antepuso la dignidad y felicidad humana antes que otros valores, tanto políticos, como ideológicos o cualquier otro superfluo que no rayara en lo espiritual.
¿Por qué, entonces la iglesia católica se preocupa única y exclusivamente de los valores del ser humano?, ¿Por qué precisamente nosotros estamos hechos a su imagen y semejanza?, ¿Por qué nos lo explican ellos?, ¿Por qué queremos ser superiores?, ¿Por qué nos quieren alabar ya que somos la única criatura que hace la declaración de la renta y es capaz de trazar esa “X” que tanto nos suplican que pongamos en la casilla que tienen asignada?
Esta campaña ha sido anunciada por el obispo Jesuita (¡Por Dios! ¡Un obispo Jesuita y encima portavoz de monseñor Rouco y su conferencia episcopal, ver para creer!), que ha sido el que ha promulgado una línea dura en la actuación de la conferencia episcopal.
¡Qué línea dura ni que ocho cuartos! Ya estamos siempre complicándonos la vida por donde no hay que complicarla, ¡ya esta bien! A esos elementos vengadores y condenantes no los queremos, no queremos fiscales ni, la verdad sea dicha tampoco abogados de causas perdidas. Lo que queremos son educadores, gente de buena fe, cooperantes, amigos fieles y leales, y lo demás todo es basura.
Por cierto, la susodicha campaña ha costado estimativamente la friolera de entre 250 y 500.000 €, pagados a escote por todos los contribuyentes dominicales y declarantes de la renta, que seguramente en su buena fe no quisieran ver administradas sus donaciones para emplearlas en estos fines, sino en otros mas humanitarios que es lo que mayormente les dicta su conciencia.
De ahí lo bueno de otras iglesias cristianas, por ejemplo, y vuelvo a referirme otra vez a la anglicana que cada vez me gusta más y con la que cada día que pasa me siento mas identificado, que cuentan con una intervención laica con derecho a voz y voto en cuanto a la administración y otros temas que afectan a los fieles.

¡A QUE AL FINAL LO DE CONVERTIRSE EN SECTA VA A SER ANTES DE LO QUE CREIAMOS!.

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