martes, 22 de mayo de 2012


EUROVISION
Esta semana, concretamente el sábado se celebra, como siempre por estas fechas, el Festival de Eurovisión, certamen que sigue siendo popular gracias a la publicidad que de él hace la cadena que lo organiza, pero al que no se le da más importancia que a  cualquiera de los numerosísimos concursos musicales que tenemos hoy en día, algunos incluso verdaderos “reality shows”, donde casi casi podemos ver el día a día de los  participantes, conocer a sus familias, sus parejas, vivir sus amoríos, sus rencores, sus envidias y enfrentamientos.
Los tiempos cambian en televisión, cada día hay mas competitividad y al ávido espectador ya no le satisface ver la actuación de una serie de gente sino que quiere más, quiere ver sus progresos, sus defectos, su superación, sus virtudes,…
La audiencia es la que ordena y manda, y a ella se deben las cadenas en la feroz batalla por obtener la mejor cuota de “share”, seguidores para que nos entendamos, lo cual les asegura suculentos contratos publicitarios.
De ahí que mucha gente considere a Eurovisión como algo casposo, ñoño, pasado de moda, y no sin razón, pues el tono de los comentaristas sigue en lo que siempre ha pretendido ser cordial, amable y con su toque de formalidad.
Esto último tiene, creo yo, una razón de ser, porque… ¿Quién nacido antes de los años 60 no recuerda con cariño y cierta nostalgia este evento?
Antes no teníamos tantas cadenas televisivas como en la actualidad, solamente estaba la primera cadena, y (no en todos los municipios) la que actualmente conocemos como “la dos” y que en un alarde de lenguaje técnico se le llamaba la UHF.
No había otra cosa, no había competencia, no había libertad de expresión, por lo tanto aparte de los mensajes que la cadena del estado utilizaba para sus propios fines en el apartado de noticias, documentales, etc…, tenía su parte lúdica en espacios musicales, que por aquellos entonces era en lo único que destacaba España, ya que en otros acontecimientos como deportes, cine y espacios culturales dejábamos bastante que desear.
Eurovisión era una de las pocas salidas que, aparte del sol y del macho ibérico tenía la “marca España”. Allí se aunaba el terreno musical con el político, ya que después de oir las canciones venia el tan ansiado suspense de la votación con el chascarrillo que tan popular fue como “Le pei bá di puants”, allí se creaban verdaderas alianzas entre naciones y recuerdo que siempre decíamos “Inglaterra no nos votará, pero los puntos de Italia y Portugal los tenemos seguros”.
En reuniones familiares se analizaba ese escrutinio y se sacaban conclusiones sobre el afecto que nos podía tener o no otro país, incluso habían verdaderas declaraciones internas de guerra hacia el “enemigo” que no nos votaba o si lo hacía era con pocos puntos ya que sentía mayor afinidad hacia otros confines.
Además, en la presentación siempre el mismo, José Luis Uribarri, que ha vuelto cruzando el túnel del tiempo, que es la voz y tono de fondo oficial de la retransmisión.
Y, ¿Quién no recuerda el hecho histórico, la gesta, de cuando Massiel obtuvo el primer puesto con su “la-la-la” que consiguió desbancar al mismísimo representante de Inglaterra Clif Richard con su “congratulations?. Portada de todos los periódicos, cabecera de todos los telediarios y alivio de muchos nubarrones que circulaban por nuestro horizonte.
Porque ese dia España, fue grande (libre no, para tanto no daba), ya nos veíamos como una gran potencia capaz de conquistar el mundo y de organizar otra santa cruzada si se terciaba…
Por esos recuerdos, porque esos tiempos me gustaran más o menos pero que forman parte de mi infancia y juventud, porque es algo nuestro, que nos pertenece…
Larga vida a Eurovisión, y que la sigan retransmitiendo los mismos y con el mismo estilo…

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