EUROVISION
Esta semana, concretamente el
sábado se celebra, como siempre por estas fechas, el Festival de Eurovisión,
certamen que sigue siendo popular gracias a la publicidad que de él hace la
cadena que lo organiza, pero al que no se le da más importancia que a cualquiera de los numerosísimos concursos
musicales que tenemos hoy en día, algunos incluso verdaderos “reality shows”,
donde casi casi podemos ver el día a día de los
participantes, conocer a sus familias, sus parejas, vivir sus amoríos,
sus rencores, sus envidias y enfrentamientos.
Los tiempos cambian en
televisión, cada día hay mas competitividad y al ávido espectador ya no le
satisface ver la actuación de una serie de gente sino que quiere más, quiere
ver sus progresos, sus defectos, su superación, sus virtudes,…
La audiencia es la que ordena y
manda, y a ella se deben las cadenas en la feroz batalla por obtener la mejor
cuota de “share”, seguidores para que nos entendamos, lo cual les asegura
suculentos contratos publicitarios.
De ahí que mucha gente considere
a Eurovisión como algo casposo, ñoño, pasado de moda, y no sin razón, pues el
tono de los comentaristas sigue en lo que siempre ha pretendido ser cordial,
amable y con su toque de formalidad.
Esto último tiene, creo yo, una
razón de ser, porque… ¿Quién nacido antes de los años 60 no recuerda con cariño
y cierta nostalgia este evento?
Antes no teníamos tantas cadenas
televisivas como en la actualidad, solamente estaba la primera cadena, y (no en
todos los municipios) la que actualmente conocemos como “la dos” y que en un
alarde de lenguaje técnico se le llamaba la UHF.
No había otra cosa, no había
competencia, no había libertad de expresión, por lo tanto aparte de los
mensajes que la cadena del estado utilizaba para sus propios fines en el
apartado de noticias, documentales, etc…, tenía su parte lúdica en espacios
musicales, que por aquellos entonces era en lo único que destacaba España, ya
que en otros acontecimientos como deportes, cine y espacios culturales
dejábamos bastante que desear.
Eurovisión era una de las pocas
salidas que, aparte del sol y del macho ibérico tenía la “marca España”. Allí
se aunaba el terreno musical con el político, ya que después de oir las
canciones venia el tan ansiado suspense de la votación con el chascarrillo que
tan popular fue como “Le pei bá di puants”, allí se creaban verdaderas alianzas
entre naciones y recuerdo que siempre decíamos “Inglaterra no nos votará, pero
los puntos de Italia y Portugal los tenemos seguros”.
En reuniones familiares se analizaba
ese escrutinio y se sacaban conclusiones sobre el afecto que nos podía tener o
no otro país, incluso habían verdaderas declaraciones internas de guerra hacia
el “enemigo” que no nos votaba o si lo hacía era con pocos puntos ya que sentía
mayor afinidad hacia otros confines.
Además, en la presentación
siempre el mismo, José Luis Uribarri, que ha vuelto cruzando el túnel del
tiempo, que es la voz y tono de fondo oficial de la retransmisión.
Y, ¿Quién no recuerda el hecho
histórico, la gesta, de cuando Massiel obtuvo el primer puesto con su
“la-la-la” que consiguió desbancar al mismísimo representante de Inglaterra
Clif Richard con su “congratulations?. Portada de todos los periódicos,
cabecera de todos los telediarios y alivio de muchos nubarrones que circulaban
por nuestro horizonte.
Porque ese dia España, fue grande
(libre no, para tanto no daba), ya nos veíamos como una gran potencia capaz de
conquistar el mundo y de organizar otra santa cruzada si se terciaba…
Por esos recuerdos, porque esos
tiempos me gustaran más o menos pero que forman parte de mi infancia y juventud,
porque es algo nuestro, que nos pertenece…
Larga vida a Eurovisión, y que la
sigan retransmitiendo los mismos y con el mismo estilo…
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