jueves, 17 de mayo de 2012


HAY UNA SILLA EN MI BARRIO….
…que apareció, hará una semana, de la noche a la mañana al lado de los contenedores de basura sin duda esperando a que el servicio de recogidas se la llevara junto a los desperdicios que desechamos diariamente, que los acompañara a su destino final para ser quemados o dejar que acaben de degradarse.
Es una silla antigua, bonita, de esas con un aro circular en el asiento y mimbre ya roto, mimbre de calidad de ese que forma pequeños hexágonos, de esas con respaldo formado por dos listones curvados perfectamente por mano artesanal que le confieren una silueta esbelta y elegante, pintada de negro sobrio con el esmalte todavía en buen estado.

Todavía sigue ahí, no sé si porque el empleado que se encarga de la recogida no sabe muy bien si forma parte de su tarea llevársela, o porque de alguna manera ella se resiste a acabar en un vertedero.
Cada vez que la veo, aparece en un sitio distinto de la calle, unas veces sola, otras haciendo compañía a un grupo de ancianos que suelen reunirse a pasar las horas muertas en un banco, incluso la he visto hacer de improvisado lecho de uno de los muchos gatos que contamos en nuestro zoológico particular del barrio.
Y dejando volar mi imaginación, la veo ahí, ajada, cansada, expulsada de su morada, pero orgullosa, elegante, altiva incluso me atrevería a decir, resistiéndose a abandonar su entorno, dando vueltas arriba y abajo, buscando compañía de sus vecinos (incluso alguno se habrá sentado más de una vez en ella), esperando el paso de su antiguo dueño que la echo de su casa para decirle:
 “¡Sigo aquí, recuerda cuando me compraste, yo te gusté, fijaste tu mirada en mi y me llevaste contigo, recuerda cuantas veces he sido tu descanso, he acompañado tus comidas, tus ratos de ocio, cuantas veces he tenido a tus hijos en mis rodillas! ¡dame otra oportunidad! .
¡Mi asiento está roto, pero mi armazón es fuerte, recuerda cuantas veces lo has acariciado!, ¡quiero volver contigo, puedes repararme, tengo muchos recuerdos tuyos para compartir!.
¡Eso sí, si quieres que vuelva, no me cambies, repara el mimbre roto, pero consérvame igual, no me modifiques, quiero ser la misma que llamo tu atención, conserva mi color y mis formas y volvamos a compartir esos viejos momentos!
¡Otros pueden venir a quien les guste, que quieran llevarme con ellos, que me transformen, pero no será ya lo mismo, seguiré viviendo, seguiré compartiendo otros momentos, pero no será lo mismo…!
¡Quizá antes de que me abandonaras hubiera preferido arder en el fuego que calienta tu comida, en el humo que respiraras, en calor que te aliviara de una noche fría…!
No se cual será su destino, aunque lo imagino, pero sin duda cuando ese dueño al que le habla pasa por ahí, seguro que se le escapa una mirada de reojo y la escucha…

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