sábado, 15 de agosto de 2009

ARTISTAS, NO MENDIGOS.

Impresonante, no encuentro otro adjetivo para calificar el video "Playing for change" de Bill Moyer colgado en YOU TUBE reunificando y mezclando el trabajo de varios artistas de la calle interpretando una misma cancion.
Tento me ha gustado que he sucumbido a la tentación de dedicar este artículo, tanto al realizador como a los intérpretes a modo de cordial homenaje.
Este trabajo, me recuerda mis tiempos de residencia en Barcelona, cuando paseaba por las ramblas (he sido un ramblero de toda la vida, tanto para tranquilos paseos como para correr delante de los grises -que así vestía la policía de la dictadura- reivindicando tanto lo justo como lo irreivindicable, el caso era ir los sábados por la tarde a dar por el culo y corre corre que nos pillan) y veía a gente que exponían libremente sus talentos a cambio de lo que los viandantes se dignaban a ofrecerles.
A los artistas habituales, casi los conocíamos a todos y sabíamos de sus circunstancias, habían chavales que estudiaban en el conservatorio del Gran Teatro del Liceo y se pagaban los estudios los fines de semana exhibiendo sus progresos en la calle, había también un cantante de ópera (no se que grado de voz tenía, porque desgraciadamente mi formación musical y de otros muchos temas es bastante escasa), teníamos tambien a faquires, malabaristas del balón, estatuas humanas tan bien caracterizadas que despertarían la envidia de los maquilladores de Holliwood, artistas de revista sin techo, y payasos callejeros (con todos mis respetos, porque ya sabeis que junto a los bomberos son las dos profesiones que mas admiro, y por desgracia no soy capaz de desarrollar) que frustarían al mas titulado animador de hoteles y resorteres caribeños.
Y respecto a la ayuda económica por parte de los viandantes, recuerdo una navidad de hace tres años en Bib Rambla, cuando un chaval uruguayo (que falta de respeto por mi parte no recordar su nombre) al terminar su magistral actuación, pidió que no le dieran calderilla, ya que no era un mendigo sino un artista, y me hizo pensar en la verdad de sus palabras y a la vez sentirme yo el verdadero mendigo apaz de suplicarle que volviera a deleitarme con su arte.

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